Fuente: INTERPORC

Un atípico mes de enero

La actividad de matanza en este mes de enero habrá sido, presumiblemente, muy fuerte tanto en España como en Francia, que son los países con la capacidad de sacrificio no afectada por la Covid-19, a diferencia del norte de la UE.

Es también lo normal de este mes, porque hay cerdos tras los retrasos navideños y hay interés en sacrificarlos porque su precio es estacionalmente bajo. Sin embargo, igual que diciembre ya fue atípico por el fuerte ritmo de matanza y exportación mantenido en España, también lo ha sido ene­ro, porque la demanda ha pasado muy rápidamente por delante de la oferta al mantenerse ambos factores inédi­tos (China no ha parado de comprar, contra lo que se podía pensar). Primero, ha sido a nivel de intereses compradores: habiendo cerdos suficientes, los mataderos han tensiona­do el mercado al buscar garantizarse esa oferta para más adelante. Con lo que el ganadero ha visto cómo el precio no bajaba habiendo cerdos y ha empezado a gestionar sus salidas, entreviendo que la subida de la cotización podía estar cercana si el matadero no aflojaba (y no lo ha hecho) en demanda. Pero esas mismas retenciones por parte de mercado libre, unida a la subida de pesos por las navida­des, ha mantenido unos pesos elevados durante todo el mes, evitando que el precio subiera conforme el desequili­brio entre oferta y demanda (en número de cerdos, que no en peso) iba haciéndose más palpable.

Tan solo en la últi­ma semana de enero la cotización consiguió romper con la estabilidad reinante, anotándose una subida, simbólica pero que anunciaba la nueva estacionalidad. Con China ahora “cerrada por festivos” (año Nuevo asiático), los ma­taderos han aprovechado para reconstituir stocks, a la es­pera de que los importadores chinos vuelvan a la actividad en febrero.

El precio del cerdo en China sigue en niveles muy altos, aunque también a final de mes ha empezado a ceder, no tanto por la tan manida recuperación de su caba­ña como por una afluencia puntual de cerdos al mercado para aprovechar los altos precios y por temor a rebrotes de la Peste Porcina Africana (PPA) y a interrupciones de la logística de transporte por el aumento de los casos de Covid-19 en ese país.

En el resto de la UE, las cotizaciones se han mantenido sin cambios. Tan solo en Italia ha subido el cerdo, gracias a una mejor demanda interior y a una oferta inferior a lo espera­do. En Alemania el problema sigue siendo de capacidad de matanza: ha empezado el año con un millón de cerdos re­trasados y está costando mucho reabsorber esos retrasos. A finales de enero parecía que esta reabsorción empezaba a ganar velocidad, con una afección más controlada de la Covid-19 en los mataderos. Al mismo tiempo, se prevé una menor oferta en vivo a partir de ahora en ese país (menores importaciones de lechones de septiembre y liquidación en curso de cerdas). Pero, cuando supere este problema, que­dará de manifiesto el otro que tiene Alemania: la PPA y el cierre de su exportación, que le fuerza a vender toda la car­ne en el mercado europeo. A su vez, ello presiona sobre sus mercados más cercanos, manteniendo hundido el precio del cerdo en Bélgica y Países Bajos. Los casos de PPA en Alemania superaban al cierre de enero los 600, todos en jaba­líes en las mismas zonas cercanas a la frontera con Polonia.

Al otro lado del Atlántico, recuperación muy lenta de los precios en EE.UU. y Canadá, y clara tendencia bajista en Brasil, donde la demanda del matadero se retrae ante los (todavía) altos precios.

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