Investigadores de la Universidad de Córdoba han estudiado la biodiversidad de microorganismos del suelo para analizar si las interacciones entre los mismos influyen en la gravedad de la enfermedad que afecta a las encinas conocida como la “seca”.
La UCO ha explicado en una nota que la “seca” amenaza la sostenibilidad de la dehesa, ya que este “pseudohongo” es el principal causante del declive del encinar y se ha demostrado que las condiciones climáticas también influyen en la enfermedad.
El estudio se centra en los “hongos y oomicetos” que viven en el suelo y las interacciones que se dan entre ellos, y confirma que los cambios en la estructura y biodiversidad de la microbiota son “determinantes para la salud del arbolado”.
Además, los microorganismos pueden establecer relaciones de antagonismo sobre los patógenos, aumentar la capacidad de absorción del árbol o estimular su respuesta autoinmune.
De esta manera, una estructura favorable de la comunidad de hongos y la presencia de especies beneficiosas clave aporta más recursos a la encina para defenderse del patógeno y mejora del estado de salud del arbolado, aun estando presente la podredumbre de raíz.
Las fincas analizadas presentaban podredumbre de raíz y, sin embargo, los patógenos considerados principales causantes de la enfermedad “no eran relevantes en muchas parcelas, a pesar de estar plagadas de encinas moribundas”.
La clave era la presencia de un “cóctel de especies menos agresivas” de forma individual, que pueden causar la misma sintomatología que las especies más agresivas, llegando incluso a provocar la muerte del árbol.
Por ello, los investigadores de la UCO y del IFAPA han concluido que el diagnóstico de la “seca” no se debe reducir a la presencia de un solo patógeno, sino que es necesario un análisis completo de las comunidades presentes y de sus relaciones para detectar el peligro de forma más precisa.