El destete representa uno de los momentos más delicados en la vida del lechón y uno de los puntos críticos de toda la cadena productiva porcina. En apenas unos días, los animales se enfrentan a un conjunto de cambios profundos: pasan de una dieta líquida y templada —la leche materna— a un pienso sólido y frío, cambian de instalación, se reagrupan con nuevos compañeros y pierden la protección inmunitaria proporcionada por la madre.
Todo ello sucede mientras su sistema digestivo e inmunitario aún se encuentran en pleno desarrollo. Este cúmulo de factores genera un fuerte estrés, abre una “ventana inmunitaria” que los hace más vulnerables a las infecciones y condiciona su rendimiento futuro. Por eso, la fase de transición postdestete es considerada un punto crítico en la producción porcina.
Cambios fisiológicos y retos actuales
Durante esta etapa se produce un importante cambio de flora intestinal: la microbiota del lechón, inicialmente semejante a la de la madre, se transforma de manera significativa. Paralelamente, ocurre una maduración digestiva marcada por un cambio enzimático: la lactasa, predominante durante la lactancia, cede protagonismo a enzimas como la amilasa, necesarias para digerir el almidón de los piensos sólidos.
A estos desafíos biológicos se suman los nuevos condicionamientos productivos y regulatorios. La retirada de la colistina, la reducción de los niveles máximos de cobre y, más recientemente, la eliminación del óxido de zinc, han obligado a reformular las estrategias de manejo y alimentación. Además, esta etapa coincide con la aplicación de vacunas, lo que puede amplificar la respuesta inflamatoria y el estrés del animal.
Estrategias nutricionales tras la retirada del óxido de zinc
La eliminación del óxido de zinc ha marcado un antes y un después en la nutrición del lechón. Este cambio ha impulsado la búsqueda de alternativas que garanticen una buena salud intestinal y un crecimiento sostenido sin comprometer la productividad.
Entre las principales estrategias destacan:
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Uso de materias primas altamente digestibles, como arroces, cereales extrusionados y concentrados de proteína de pescado o vegetal.
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Reducción de la proteína bruta total de la dieta, incorporando aminoácidos sintéticos esenciales: lisina, metionina, treonina, valina e isoleucina. Recientemente se ha extendido también el uso de histidina sintética para equilibrar el perfil aminoacídico.
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Aplicación de nutracéuticos basados en ácidos orgánicos de cadena corta y media, aceites esenciales, extractos vegetales y productos naturales que ayudan a modular la flora digestiva.
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Empleo de probióticos y prebióticos para favorecer el desarrollo de una microbiota beneficiosa y reforzar la barrera intestinal.
Estas estrategias han demostrado ser eficaces, aunque suponen un incremento en el coste del pienso. No obstante, este aumento suele compensarse con una mejor salud digestiva, menor incidencia de diarreas y un crecimiento más uniforme.
Coste y rentabilidad del nuevo enfoque
Las dietas adaptadas a la retirada del óxido de zinc son más caras, pero aportan beneficios que compensan sobradamente el incremento de coste. El óxido de zinc, además de estar regulado, limitaba la ingesta de pienso y reducía la eficacia de algunos aditivos como los fitogénicos.
El nuevo enfoque busca un equilibrio entre coste y eficacia, aplicando estrategias de alimentación por fases:
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Un pienso pre-starter, de mayor calidad y coste, destinado a los primeros días postdestete.
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Un starter 1, que cubre hasta los 10 kg de peso vivo.
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Un starter 2, de formulación más económica y destinado a la fase de mayor consumo.
Este sistema permite optimizar la digestibilidad y el crecimiento durante las primeras semanas, reduciendo el impacto económico global y manteniendo una buena rentabilidad.
La importancia del peso y la edad al destete
El peso al destete es uno de los factores más determinantes del éxito en la fase de transición. Las genéticas actuales, más prolíficas, han incrementado el tamaño de las camadas, pero no necesariamente el peso individual de los lechones.
Se ha comprobado que destetar a las cuatro semanas, en lugar de tres, ofrece múltiples ventajas:
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Mayor peso y madurez digestiva e inmunitaria del lechón.
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Reducción de la mortalidad en la fase dos (transición).
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Mejor ganancia media diaria y uniformidad en el crecimiento.
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Mejor recuperación de la cerda, con reducción del síndrome de la segunda camada y mejor involución uterina.
La cerda produce leche suficiente hasta las cinco semanas, por lo que mantener a los lechones con la madre hasta los 28 días no supone un problema. Además, cada kilo adicional de peso al destete puede reducir entre 8 y 12 días el tiempo de engorde, lo que representa un ahorro considerable en costes de producción y una mayor rotación de plazas.
El estrés y sus consecuencias productivas
Diversos estudios han demostrado que el estrés del destete puede reducir entre un 25 % y un 40 % el crecimiento potencial del lechón durante las dos primeras semanas postdestete. Este efecto se debe, en gran parte, a la disminución del consumo de pienso y a la respuesta inflamatoria sistémica que se desencadena.
Controlar este estrés requiere una combinación de factores:
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Un manejo cuidadoso que minimice los cambios bruscos.
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Una alimentación palatable y de alta digestibilidad.
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Control ambiental riguroso (temperatura, ventilación, densidad).
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Calidad y disponibilidad del agua adecuadas.
El bienestar del lechón en estos días determinará no solo su rendimiento inmediato, sino también su comportamiento productivo durante todo el ciclo de vida.
Biomarcadores de estrés: herramientas de medición objetiva
La ciencia ha permitido cuantificar el impacto del estrés a través de biomarcadores, principalmente las proteínas de fase aguda como la haptoglobina y la proteína C reactiva.
Estas proteínas aumentan su concentración en sangre ante situaciones de estrés, inflamación o infección. En porcino, se ha observado que los niveles de haptoglobina pueden alcanzar 1,6 mg/ml solo por el hecho del destete, y que determinadas vacunas pueden elevarlos hasta 2 mg/ml.
Existe una relación inversa entre la concentración de estas proteínas y el rendimiento productivo: a menor respuesta inflamatoria, mejor crecimiento y eficiencia alimentaria. Por ello, medir estos biomarcadores permite evaluar objetivamente la repercusión de las decisiones de manejo, nutrición y vacunación.
Vacunación: la importancia de la seguridad y el momento
El destete suele coincidir con la administración de vacunas frente a patógenos como Mycoplasma hyopneumoniae o circovirus porcino tipo 2. Sin embargo, no todas las combinaciones ni adyuvantes generan la misma respuesta inflamatoria.
Estudios comparativos han mostrado que algunos protocolos vacunales pueden provocar un aumento significativo de haptoglobina y proteína C reactiva, lo que se traduce en una mayor respuesta de estrés y un descenso temporal en la ganancia media diaria.
A veces se ha recomendado la vacunación bajo madre como alternativa, pero se ha observado que esta práctica también puede causar fiebre y reducción del consumo de leche, afectando el crecimiento. La solución pasa por seleccionar vacunas con excipientes más seguros, capaces de generar inmunidad sin comprometer el bienestar ni el rendimiento.
Reducción del uso de antibióticos y alternativas emergentes
En la fase postdestete, uno de los antibióticos más utilizados tradicionalmente ha sido la amoxicilina, especialmente para prevenir infecciones como la meningitis por Streptococcus suis. Aunque su uso sigue siendo posible bajo control veterinario, el objetivo a medio plazo es reducir su dependencia.
Se están ensayando alternativas como los nutracéuticos con ácido láurico y otras moléculas naturales con efecto antimicrobiano. También se han desarrollado autovacunas específicas frente a ciertas cepas bacterianas, aunque su eficacia parece limitarse al periodo inmediato posterior a la aplicación.
En paralelo, la estrategia más efectiva sigue siendo la estabilización sanitaria de los patógenos primarios —como PRRS, circovirus e influenza—, ya que su control reduce la aparición de infecciones secundarias y, con ello, la necesidad de tratamientos antibióticos.
Conclusiones: la base del éxito productivo
El arranque del lechón tras el destete es una fase determinante para toda su vida productiva. Alcanzar los máximos crecimientos durante las tres primeras semanas postdestete garantiza un rendimiento óptimo y una menor incidencia de enfermedades.
El éxito depende de un conjunto de factores interrelacionados:
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Un peso adecuado al destete y una edad que permita una madurez digestiva suficiente.
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Una alimentación de alta digestibilidad, ajustada en proteína y rica en aminoácidos esenciales.
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Un manejo cuidadoso que minimice el estrés y asegure condiciones ambientales óptimas.
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Vacunas seguras y adaptadas al estado inmunitario del lechón.
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Una estrategia sanitaria global que reduzca la presión de patógenos y el uso de antibióticos.
En definitiva, el arranque del lechón no es solo una transición alimentaria: es el cimiento sobre el que se construye la eficiencia, la sostenibilidad y la rentabilidad de toda la producción porcina. Un buen comienzo marca la diferencia.


