El crecimiento del consumo de carne de cerdo es uno de las cambios más fuertes en la “mesa de los argentinos”. Hace 15 años, se comían unos 6-7kg, principalmente fiambres. Este año proyectan que el consumo va a cerrar en más de 17kg anuales por persona, que en su gran mayoría son cortes frescos, esperando cruzar la frontera de los 20kg en un par de años.
Jorge Brunori, experto del INTA en porcinos, estimó que este año Argentina exportará unas 30.000 toneladas de carne de cerdo.
“El cerdo tiene un horizonte de desarrollo muy fuerte, a partir de dos pilares: el fuerte crecimiento del mercado interno, a un ritmo del 7% anual, uno de los más altos del mundo. Y las grandes oportunidades que hay para exportar”, le destacó Brunori.
En un artículo técnico del INTA, el especialista del INTA Marcos Juárez, estimó que hacia el 2025 el consumo en el mercado interno podría llegar a los 25 kg por habitante por año. “Por cada kilogramo que se agrega de consumo promedio, se deben instalar 20.000 madres más a las 400.000 que tiene el país actualmente, lo que implica que para abastecer una demanda de 25kg anuales por habitante hay que sumar unas 150.000 madres más a las granjas porcinas argentinas”, aseguró el técnico de Marcos Juárez.
Es un eje de desarrollo interesante, como forma de agregar valor al maíz y la soja -que representan el 60% de los costos de alimentación- y por la inversión que mueven las granjas porcinas. Brunori calcula un costo de unos 6.000 dólares por cada nueva madre.
El segundo pilar de crecimiento es la exportación. Hace cuatro años, Argentina exportaba 5.000 toneladas de carne de cerdo a mercados de bajo poder adquisitivo. En el 2018, se saltó a 24.000 toneladas y se proyecta que el 2019 concluirá con unas 30.000 toneladas enviadas al mercado exterior.
“El año pasado le vendimos a países como Rusia -el principal mercado- Angola y también a Hong Kong, entre otros. Lo que esto quiere decir es que el sector porcino argentino empezó a participar en el mercado de exportación. Por ahora la participación es pequeña, apenas el 0,28% de las 8 millones de toneladas que se exportan a nivel global”, precisó Brunori.
La apertura del mercado chino puede ser una variable disruptiva. Los chinos comen el triple de cerdo que los argentinos y llegan fácil a los 50kg por habitante y año. Encima, por la crisis sanitaria de la PPA, se calcula que el gigante asiático va a perder el 30% de su productividad, que traducido en carne significa unas 15 millones de toneladas (prácticamente, la totalidad de la producción europea).
“Se proyecta que a China le va a llevar unos 5 años recomponer su censo porcino y va a aumentar sus importaciones de 1,5 a 5 millones de toneladas. También es cierto que va a necesitar menos soja y maíz, porque tiene menos cerdos para engordar, una situación que va a influir en el mercado mundial de granos”, advirtió Brunori.
En la Argentina, el 90% de los productores son considerados pequeños y medianos, con un censo que oscila entre las 30 y las 200 madres. En el 10% restante están las empresas de mayor escala, que superan las 500 madres en producción.
“Un problema que tenemos es que la producción está bastante concentrada en la provincia de Buenos Aires y algo en Santa Fe, una situación que incrementa los costos logísticos. Córdoba, por ejemplo, produce 1.600.000 de cerdos pero tiene una capacidad de producir 1 millón, lo que obliga a los productores a transportar los animales a otras provincias”, indicó Brunori.
Las granjas porcinas no son un negocio excluyente de la Pampa Húmeda y también hay en el NEA, Cuyo y la Patagonia. La logística de transporte de la cadena porcina está concentrada en el camión, que mueve el 74% de las cargas.
El impacto de los cambios de divisar va a elevar los costos de producción. “Es fundamental que el valor del dólar se estabilice porque la cotización del maíz y la soja influye en lo que cuesta la ración. Se compran insumos dolarizados y se vende la carne en pesos”, resumió Brunori.
En el mediano plazo, además, se viene un nuevo aumento tarifario en los costos de la energía eléctrica, el gas, el agua y los combustibles.
Otro tema que preocupa a los productores y a los especialistas es el ingreso de carne de cerdo importada. Son unas 40.000 toneladas, el 10% de lo que Argentina produce y consume, aproximadamente. “Lo que genera inquietud es que estamos trayendo carne de países que tienen enfermedades que nosotros no tenemos, lo que representa un riesgo sanitario”, concluyó Brunori.
El censo argentino dispone de 400.000 madres y se necesitan 150.000 más si el consumo aumenta hasta los 25kg anuales por habitante estimados para el 2025.
Más allá de este riesgo, y del inevitable aumento de los costos, la cadena porcina viene de una verdadera «década ganada» y tiene un escenario favorable para dar un nuevo salto.
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