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Enfermedades endémicas en porcino: diagnóstico fino, control inteligente y menos dependencia de antibióticos

Las bacterias endémicas están presentes en prácticamente todas las poblaciones de cerdos y condicionan salud, bienestar y productividad. Entender su epidemiología, diagnosticarlas con precisión y diseñar programas de control que equilibren inmunidad y desafío es la vía directa para reducir el uso de antibióticos sin perder eficiencia.

En este contexto, “endémicas” alude a bacterias ubicuamente presentes en los sistemas productores, en especial las respiratorias y sistémicas. Entre las de mayor impacto destacan Streptococcus suis y Glaesserella parasuis, junto a Actinobacillus suis. Su prevalencia, combinada con momentos críticos del manejo (destete, transición, mezcla de camadas, fluctuaciones térmicas), explica buena parte del consumo de antibióticos en granja.

Reducir esa dependencia exige reorientar la conversación: del “cuándo medicar” al “por qué aparece el problema”, con foco en diagnóstico certero y control epidemiológico.

Tendencias

Los sistemas de vigilancia y laboratorios de referencia han observado en los últimos años incrementos notables en las notificaciones de casos asociados a Streptococcus suis, Glaesserella parasuis y Actinobacillus suis. Parte de este aumento puede deberse a:

  • Mejoras en el acceso a diagnóstico y mayor atención clínica.

  • Cambios en manejo y en el uso de antimicrobianos.

  • Introducción o circulación de genotipos más virulentos.

Más casos registrados no solo exigen tratar: obligan a caracterizar mejor los agentes para acertar en control, bioseguridad y vacunación.

Pilares del control

Diagnóstico y tratamiento inicial (manejo de brotes)

Cuando emergen cuadros de meningitis, artritis o poliserositis entre la 3º y la 10º semana, el primer paso es estabilizar clínicamente y confirmar etiología.

  • Tratamiento de emergencia en animales clínicos: antimicrobianos inyectables de elección (por ejemplo ceftiofur o enrofloxacina), y en determinados protocolos, dexametasona bajo criterio veterinario.

  • Metafilaxis dirigida en grupos afectados: antimicrobianos en agua (preferible por rapidez y homogeneidad) o alimento (por ejemplo penicilina o amoxicilina), con pauta y duración definidas por el veterinario responsable.

  • Intervención al destete en sitios con recurrencia: dosis inyectable preventiva en las horas previas o inmediatamente posteriores al movimiento, según riesgo y antecedentes.

El tratamiento no sustituye el diagnóstico; gana tiempo mientras se documenta el agente realmente implicado.

Maximizar inmunidad para minimizar el desafío

Maximizar la inmunidad:

  • Aclimatación de primerizas frente a patógenos endémicos: protocolos que incluyen vacunación (frecuentemente autógena) durante el desarrollo y refuerzo preparto (3–5 semanas antes), según evidencia y riesgo del sistema.

  • Manejo del calostro: asegurar transferencia pasiva efectiva; sin calostro no hay base inmunitaria ni para vacunas ni para exposición controlada.

  • Vacunación del lechón: algunos sistemas la adoptan como complemento; su conveniencia depende del riesgo local y de la caracterización de cepas.

Minimizar el desafío:

  • Todo dentro/Todo fuera y, si la situación lo requiere, reagrupamientos temporales para cortar transmisión.

  • Ambiente estable: controlar temperatura y humedad, evitar goteos en bebederos, ventilar y limpiar/desinfectar rigurosamente entre lotes. Las oscilaciones térmicas y la humedad alta disparan casos.

  • Antimicrobianos de larga acción: si se utilizan, posponerlos más allá de los 14 días de vida para permitir una exposición controlada en maternidad bajo paraguas de inmunidad maternal. Administrarlos demasiado pronto puede impedir colonización y bloquear el desarrollo de inmunidad activa, dejando al lechón desprotegido en transición.

El diagnóstico que marca la diferencia

Los fallos más costosos suelen ocurrir antes del laboratorio.

  • ¿Cuándo y a quién muestrear?: elegir 2–3 animales por zona afectada, agudamente enfermos, con fiebre y sin tratamientos inyectables previos; priorizar cuadros neurológicos centrales (sospecha de Streptococcus suis) o cojeras/artritis (poliserositis).
  • ¿Por qué a veces “no aparece” la cepa?: En Streptococcus suis, los genotipos virulentos sistémicos pueden estar poco representados en mucosas (nariz, tonsila) y crecer peor en medios de cultivo que genotipos comensales. Si se muestrea donde no está la acción o se contamina el material, es probable que el laboratorio recupere la cepa equivocada y se termine vacunando contra lo que no toca.

Uso prudente de antibióticos

La reducción sostenible de antimicrobianos no se logra “quitándolos de golpe”, sino evitando la enfermedad:

  • Exposición controlada bajo inmunidad maternal.

  • Ambiente estable y bioseguridad que reduzcan desafíos.

  • Diagnóstico que afine tratamientos (espectro, vía, duración) y vacunación autógena bien dirigida.

La experiencia de campo sugiere buen desempeño de vacunas autógenas cuando el antígeno corresponde a la cepa clínica real, el contenido antigénico es adecuado y el adyuvante es robusto. La clave es la selección honesta del aislado.

Recomendaciones operativas

  • Actuar temprano ante los primeros casos clínicos y documentar el brote.

  • Muestrear bien: 2–3 animales agudos por zona, sin inyectables previos.

  • Aclimatar primerizas y considerar refuerzo preparto; asegurar calostrado.
  • Ajustar ambiente (temperatura, humedad, agua) y aplicar todo dentro/todo fuera con limpieza y desinfección estrictas.

  • Planificar el uso de antimicrobianos de larga acción >14 días de edad, evitando bloquear la inmunidad activa.

Conclusión

El control de las endémicas no es una “guerra de fármacos”, sino una ingeniería de decisiones: muestrear en el sitio correcto, aislar la cepa correcta, caracterizarla con la resolución adecuada y traducir ese conocimiento en manejo, vacunación y bioseguridad. Cuando se mide mejor, se medica menos… y se produce de forma más estable.