Las exportaciones del complejo porcino crecieron en 2017 un 22,33 por ciento medido en toneladas en comparación con el año anterior, según los datos presentados por el Ministerio de Agroindustria de la Nación durante un nuevo encuentro de la mesa que reúne a organismos estatales y productores de ese rubro.
En el encuentro, convocado por la Dirección de Porcinos de la Subsecretaría de Ganadería y del que participaron representantes de las cámaras sectoriales y de la industria exportadora porcina, también se detalló que el año pasado por primera vez se superaron los 6 millones de cabezas faenadas.
Además, junto a integrantes del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), se presentaron los avances en las negociaciones para la apertura de nuevos mercados como China, Singapur, Vietnam, Canadá, México, Etiopía, Serbia, Sudáfrica, Filipinas, Uruguay, Bolivia, Perú, Honduras, Guatemala, Colombia, Ecuador, Chile y la Unión Europea (UE).
En la actualidad, la Argentina ya cuenta con más de 40 mercados abiertos para comercializar carnes, productos y subproductos porcinos.
La reunión también sirvió para presentar propuestas de financiamiento y actividades de promoción, como ferias internacionales, próximas misiones comerciales y rondas de negocios que son de gran utilidad para los productores.
“Estas reuniones son muy importantes para poder analizar cuál es la proyección que posee esta actividad respecto a los mercados internacionales, tenemos que abordar las limitantes a partir de una discusión positiva, para saber cuáles son los aspectos que hay que mejorar para dar impulso exportador al sector”, resumió el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca, Guillermo Bernaudo.
La balanza comercial porcina argentina resultó fuertemente deficitaria en el 2017. Esto es así porque las exportaciones de carne de cerdo y sus derivados se aproximaron a los 15 millones de USD, mientras que las importaciones sobrepasaron los 118 M USD, según datos del INDEC.
El país se ubicó en el año 2016 en el puesto N° 54 del ranking mundial de exportadores de productos porcinos, con una muy baja participación del 0.002% del comercio global mientras que, por ejemplo, Brasil y Chile representaron cerca del 5 y 2% respectivamente. Si se observan las importaciones de cerdo de Argentina, un 85% proviene del vecino país del Brasil. Gran parte de estos envíos es carne congelada de cerdo sin deshuesar.
En 2017, según datos la Asociación Argentina de Productores de Porcino, el consumo de carne de cerdo en la Argentina alcanzó los 14 kg/habitante/año, divididos en 11 kg de carne fresca y 3 kg de fiambres y chacinados
La producción de cerdos se encuentra fuertemente concentrada. Los establecimientos más grandes que operan más de 2000 animales (los cuales representan el 11% del total de los establecimientos de cría) participan con el 79% del total de la faena (unos 5 millones de cabezas). Estas plantas poseen 54% del stock de madres a nivel nacional (unas 192.000 madres). A pesar de esto existe una alta heterogeneidad de actores, si consideramos al volumen total de establecimientos que asciende a 5.178 unidades productivas. Así se observa que existe una importante presencia de pequeños productores en la etapa primaria e industriales. Coexisten con establecimientos intensivos de mayor tamaño, con tecnología moderna y mejores condiciones sanitarias, los cuales han integrado las etapas primarias e industriales.
La mayoría de los productores porcinos argentinos (73% del total, unos 3.800) presentan sistemas productivos de muy baja escala: menos de 500 cabezas anuales enviadas a faena, lo que equivale a en promedio a 1,5 cabezas diarias. Estos sistemas de pequeña escala no permiten incorporar tecnología de punta y sistemas más eficientes en la faena, dificultan la estandarización de la calidad (la carne), tienen un mayor costo de negociación y elevada informalidad impositiva. El problema es que el mercado internacional de carnes exige grandes volúmenes (muchas veces concentrados en pocos cortes), con suministro constante, para poder cerrar acuerdos con distribuidores y canales comerciales. Esta atomización impide el desarrollo de una estrategia de exportación más agresiva.
El destino principal de la carne porcina obtenida en faena es la elaboración de chacinados, fiambres y embutidos, y en el caso de los porcinos de categoría, lechones, su destino principal es el consumo fresco.
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