Cerca de la ciudad de Cremona, en el norte de Italia, Carlo Vittorio Ferrari dirige una granja familiar de 4º generación con 2.000 cerdos junto a su hermano.
Al conflicto en Ucrania, importante país proveedor mundial de materias primas para la elaboración de alimentación animal, cuyo comercio ha desaparecido e impactado en países del sur de Europa, quienes dependen de las importaciones, se le ha sumado Hungría, Serbia y Moldavia, los cuales prohíben las exportaciones de materias para proteger sus propios suministros, lo que provoca que los costes de las granjas se hayan disparado y amenace el futuro.
“Este es un negocio familiar. Mi abuelo lo mantuvo en marcha durante 2 guerras; mi padre vio una, pero no sé si saldremos adelante en estos momentos”, dijo Ferrari.
Italia ha pedido que se eliminen las normas europeas que limitan la ayuda estatal al sector, mientras que España ha tomado medidas para permitir compras de emergencia de maíz de Argentina y Brasil.
Muchos se enfrentan al sacrificio de animales si la situación no mejora rápidamente. “Escucho cada vez a más compañeros que sacrifican sus animales, pero quiero evitar eso. Estoy decidido a seguir adelante, pero estoy muy preocupado», dice Elisabetta Quaini, compañera del sector. “No es solo el maíz, también es la soja y numerosos subproductos que son difíciles de encontrar. Hay una lucha tremenda por hacerse con lo que hay”.
Michele Liverini, vicepresidente de una importante empresa de producción de alimentación animal, dijo que si se sacrifican los animales, tomaría de 7 a 8 años reconstruir el censo y mantener una producción estable. “El problema es que ahora tenemos una tormenta perfecta. Cuando las exportaciones ucranianas se detuvieron, países como Moldavia, Serbia y Hungría trataron de dejar de exportar como medida proteccionista y nos encontramos con un gran problema en nuestros puertos”, dijo Liverini. «En los puertos italianos, a donde llegan cada semana barcos de estos países, solo queda suministro para 25 días».
Para Ferrari, el sector ya estaba estresado tras luchar durante 2 años con las consecuencias de la pandemia, ahora también hay un problema con el transporte y por lo tanto la imposibilidad de tener suministros a tiempo, por lo que está considerando dar menos alimento a los animales como primer paso, pero que eventualmente podría verse obligados a sacrificar algunos de los animales para mantener la granja en funcionamiento y proteger los trabajos y las familias.
Grandes censos
España tiene el censo de ganado más grande de la Unión Europea con alrededor de 58,8 millones de cabezas (cerdos, vacas ovejas y cabras), según los datos de la UE para 2021. Italia es el 4º, pero comparte con España productos de renombre internacional como la Mozzarella, el Prosciutto di Parma, el Jamón Ibérico y Serrano.
Agustín de Prada, gerente de la Asociación de Ganaderos Españoles (Asoprovac) en Castilla y León, dijo que el aumento de los costes ha sido brutal y plantea dudas sobre la viabilidad de las granjas. “Cuando venda los animales ¿repondré?, tal vez no, porque no puedo, porque los cálculos no salen”.
Los productores argumentan que para sobrevivir, los consumidores deben pagar precios más altos por productos como la carne, la leche y los huevos, lo que alimenta aún más la inflación alimentaria, que se ha convertido en un importante problema en todo el mundo desde que comenzó la pandemia.
Emilio Rial, director de una gran cooperativa de agricultores en España, dijo que el coste de la producción de alimentos básicos ha aumentado un 40%. “Intentaremos no pasarlo todo al consumidor negociando con los grandes supermercados, pero los precios inevitablemente subirán”.
Los futuros de maíz, o maíz, en Euronext, con sede en París, subieron a un récord de 420€/tn a principios de este mes, un 50% más desde la invasión rusa de Ucrania.
Las existencias de piensos también se están agotando en España, un importante cliente de Ucrania.
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