La bioseguridad es la aplicación de un conjunto de medidas que abarcan tanto a las referidas a las estructuras de la explotación y su higiene, como aspectos del manejo, orientadas a proteger a los animales de la entrada y difusión de enfermedades infectocontagiosas y parasitarias en cualquier explotación pecuaria. En este artículo tratan de describir las medidas de bioseguridad aplicables, en cada una las fases de producción tradicionales en las explotaciones de cerdo ibérico, para la prevención de los procesos infecciosos más frecuentes e importantes.
INTRODUCCIÓN
La mejor forma de prevenir la aparición de enfermedades nuevas es establecer un riguroso plan de bioseguridad. La bioseguridad se define como el conjunto de acciones que se implementan en una explotación para que los cerdos estén libres de enfermedades, que sus productos y subproductos sean inocuos para los humanos y otros animales, y que no afecte la ecología de la región, ni a los humanos que la habitan.
La producción porcina en España está claramente diferenciada en 2 vertientes, la de cerdos de capa blanca, basada en una producción intensiva dirigida a producir la mayor cantidad de carne posible a un precio asequible, y la de las distintas razas de cerdo ibérico, menos intensificada en términos generales, y dirigida a producir productos de alta calidad con un gran valor añadido, encontrándose su producción estrechamente vinculada al ecosistema mediterráneo de la Dehesa.
La ganadería extensiva ha sufrido en las últimas décadas un profundo proceso de intensificación y concentración de la producción para responder a la aplicación de distintas políticas sectoriales y a la fuerte competencia existente en toda Europa. La optimización productiva en el ibérico se basa sobre todo en homogeneizar los lotes por edad y peso, aumentar en el número de lechones viables al año, de forma que sea previsible la productividad por paridera, no falten animales para la montanera, y sea posible ajustarse a las condiciones del mercado.
Así, para asegurar una optimización de la función reproductora, con máxima fertilidad, prolificidad y supervivencia de la cría dentro de los parámetros reproductivos más limitados propios de la raza, ya son bastante habituales el uso de la inseminación artificial, y el uso de salas cerradas de parto, lactación y lechoneras con clima controlado, en unas condiciones higiénicas impensables en los sistemas tradicionales.
Por otro lado, a partir del destete, la rusticidad y adaptabilidad del ibérico permite forzar unos mínimos costes de alojamiento, que tiene lugar en cercas al aire libre hasta la montanera o hasta el cebadero, según cuál sea la paridera. Es a la explotación tradicional y a este tipo hibrido más moderno a los que se refiere este capítulo sobre bioseguridad.
En el cerdo ibérico se suelen hacer 2 parideras anuales por lote de cochinas. Si hay 2 lotes de cochinas se suelen alternar sus parideras de modo que haya 4 al año, una cada 3 meses. De las 4 parideras, la de otoño, que es la que se ceba en montanera un año más tarde, es de cerdos ibéricos puros, mientras que las otras 3 suelen ser cerdos cruzados de reproductoras ibéricas con machos Duroc-Jersey, cruce industrial que da mejores rendimientos.
El ciclo comporta 4 fases, cría, recría, premontanera y cebo, que pueden desarrollarse o bien en la misma explotación o bien alguna en explotaciones especializadas. Cada fase tiene sus condicionantes de bioseguridad que se deben afrontar con manejos zootécnicos y sanitarios adecuados.
En explotaciones modernas, con parte de las instalaciones de reproducción y cría cerradas y en ambiente controlado, la mayoría de los procesos patológicos se dan en lactancia y destete en forma de gastroenteritis, por deficiencias inmunitarias o cambios bruscos en la alimentación, especialmente cuando se pretenden forzar calendarios de destete semejantes a los del cerdo blanco (21 días), que son más delicados de lograr.
Los problemas más frecuentes de recría y cebo están más relacionados con escasa higiene ambiental, clima y el contacto con el exterior y otras especies (neumonías, virosis agudas, tuberculosis), y más raramente, con errores en el racionamiento y consumo de aguas de pobre calidad microbiológica que predisponen a la aparición de cuadros disentéricos.
Por el contrario, los problemas sanitarios en los sistemas más tradicionales están más relacionados en todo el ciclo con factores dependientes de la vida a la intemperie y el menor control sobre los animales que con la intervención del hombre sobre la producción. En este tipo de producción extensiva, tiene mucha influencia el estrecho contacto de los animales entre sí, con el medio y con otras especies animales, siendo frecuente la presencia de roedores, animales peri domésticos e incluso animales silvestres, que juegan un importante papel en el mantenimiento de diferentes patógenos. Ello marca la diferencia en el tipo de patología o en la frecuencia de las mismas, si bien hay problemas típicamente intensivos que pueden afectar también a cerdos ibéricos criados en extensivo.
Como objetivo sanitario de 1ª necesidad, las explotaciones de cerdo ibérico deberían aspirar a ser libres de las enfermedades de declaración obligatoria (ejp. Aujeszky), así como a controlar de manera eficaz patologías de enorme impacto en estos sistemas de producción (Disentería porcina, salmonelosis, ileitis proliferativa, pleuroneumonía, pasterelosis neumónica, síndrome respiratorio y reproductivo porcino (PRRS), circovirosis (PCV2), mal rojo, tuberculosis, brucelosis o ascariosis (Ascaris suum).
MEDIDAS DE BIOSEGURIDAD GENERAL EN EXPLOTACIONES EXTENSIVAS
Las vías más frecuentes de ingreso de enfermedades a las granjas son los animales nuevos, el semen, el viento, los vehículos, las personas, los equipos, el agua, los alimentos y la fauna silvestre, entre otros factores.
Para conocer el impacto de estas enfermedades sobre el sistema productivo resultan de especial interés los análisis serológicos y/o parasitológicos periódicos que permiten obtener una idea fiable del estado sanitario de la piara con respecto a determinadas enfermedades. En muchas ocasiones se recurre a los denominados seroperfiles, es decir, al análisis serológico de una muestra de los animales presentes en la explotación distribuidos en función de su edad o fase de producción (por ejemplo, cerdas primerizas, lechones recién destetados, reproductores, etc.). Además, desde el punto de vista productivo es especialmente importante hacer un seguimiento de la mortalidad y la morbilidad, los rendimientos reproductivos y productivos del rebaño a través del análisis periódico de registros, y el examen de matadero de canales y vísceras, con especial atención a los decomisos.
En la producción porcina actual, es posible que los cerdos sufran una infección simultánea por 2 o más patógenos víricos (PRRS, Circovirus, Parvovirus, Virus Torque Teno). Por consiguiente, es difícil llevar a cabo un diagnóstico etiológico basado en signos clínicos, especialmente en el caso de síndromes respiratorios y reproductivos.
Un punto importante a tener en cuenta cuando se pretende establecer una granja nueva es su ubicación. La transmisión de enfermedades tales como neumonía enzoótica, Aujeszky o PRRS) a través del aire está directamente relacionada con la ubicación de la granja en el sentido de proximidad a otras granjas u otros focos de posible contagio (mataderos, etc.) y las condiciones climáticas de la zona de ubicación. En este sentido los climas fríos y húmedos son más peligrosos.
El vallado perimetral impermeable (como mallazos enterrados con faldón, o muros clásicos cimentados) tiene especial importancia en explotaciones extensivas con el fin de evitar el contacto con animales que puedan ser atraídos a la granja tales como jabalíes, o cerdos de explotaciones limítrofes. También es un punto importante para impedir la entrada de personas, vehículos, etc., que puedan propiciar un contacto directo con losanimales.
Es importante impedir el acceso de los animales a edificaciones antiguas, que deben estar selladas o mejor derruirse, impidiendo el acceso a las ruinas (refugio de chinchorros portadores del virus de la Peste Porcina Africana). Pueden aplicarse trampas de CO2 en construcciones donde se sospeche puedan albergar chinchorros con fines de comprobación.
Las tareas de carga y descarga se deben realizar en lugares habilitados para ello, fuera del perímetro de la explotación y en ningún momento permitir que un animal que haya entrado al camión entre de nuevo a la granja. Debe asegurarse el paso obligado de los vehículos por vado sanitario o arco de desinfección (adecuadamente mantenidos con productos eficaces).
Los silos de pienso, oficinas, vestuarios, duchas y sanitarios deben estar también en la entrada, de modo que nadie acceda innecesariamente. El personal debe ducharse y/o cambiarse de ropa y calzado antes de ingresar a la granja. Es importante asimismo lavarse las manos con frecuencia a la hora de desplazarse entre edificios dentro de la misma granja. Se aconseja restringir la entrada de visitas a la explotación, y que los que accedan al área de producción sean identificados y vayan debidamente protegidos con monos y botas.
Los operarios deben estar concienciados de la importancia de la bioseguridad, comprometerse a no criar ni tener contacto con porcinos ajenos a la finca y adoptar estrictamente las medidas de protección personal necesarias para entrar y salir del área de producción.
Uno de los puntos de mayor importancia entre las medidas de bioseguridad, es la entrada de animales de reemplazo: Las enfermedades se transmiten principalmente por la entrada de nuevos animales portadores que pueden o no, expresar signos clínicos en el momento de la entrada. El control sanitario de los animales de reposición (cerdas jóvenes y verracos) es básico para mantener estable el estado sanitario de la granja. Para ello se acude a programas de cuarentena, donde los animales se mantienen en cercados o locales separados y sometidos a las vacunaciones o procedimientos pertinentes de adaptación a los niveles sanitarios de la explotación, antes de que tengan contacto con los demás animales.
En cualquier caso, es de desear que el estado sanitario de la granja de origen sea igual, y a poder ser superior, al de la granja receptora. También se tiene que considerar el estado sanitario del semen si este proviene de un centro de inseminación ajeno a la granja.
Dentro de la explotación, conviene evitar el contacto con animales de otras especies (incluyendo perros y gatos). Esto implica que se diferencien netamente las áreas de explotación de cada especie de interés económico que se críe en la finca.
Se aconseja el control de pájaros, ratas e insectos (telas pajareras, instalación de mosquiteras, desratizaciones periódicas, etc.), que pueden viajar rápidamente a través de diferentes granjas y están generalmente involucrados en muchos problemas de salud tales como gastroenteritis transmisible (GET), disentería hemorrágica, leptospirosis, brucelosis, Aujeszky, PRRS, influenza, etc.
Es preciso efectuar comprobaciones referentes a la calidad del agua y alimentos. En todo momento, el alimento debe conservarse adecuadamente, programando su consumo en un tiempo limitado. Hay que realizar periódicamente la inspección, limpieza y desinfección de los silos, líneas de alimentación, comederos y bebederos para evitar presencia de hongos y contaminantes.
En locales y cercados hay que instaurar rutinas higiénicas, que incluyan vacíos sanitarios con limpieza y desinfección enérgica después de que salga cada lote de las salas de parto y áreas de lechoneras. Antes de la próxima ocupación las instalaciones deben estar limpias y secas, con un descanso de al menos 2 días.
En instalaciones a cielo abierto y extensivas es difícil mantener altos niveles de higiene, pero es preciso practicar limpieza, desinsectación y desinfección rigurosas allá donde ésta sea esencial, como puedan ser las cochiqueras de obra antes de la paridera y después del destete. Es muy recomendable efectuar limpiezas mensuales y 2 cambios de cama (paja) semanales con los animales presentes.
Si los partos y lactación tienen lugar en camping, también es posible limpiar y airear las zonas donde se van a instalar y efectuar una desinfección rigurosa de las propias casetas, que suelen ser metálicas y admiten tratamientos enérgicos. Si hubiera varias áreas disponibles para instalar los campings también sería deseable poderlas rotar de paridera a paridera, de modo que el terreno se remueva, airee y solee largo tiempo antes de que vuelvan a instalarse las casetas para los partos (equivalente a un vacío sanitario), lo que reduciría la carga de contaminantes ambientales y patógenos persistentes de parideras anteriores.
Los cercados a cielo abierto deben someterse a vacío cada vez que pase un lote, y efectuar limpieza y desinfección, eliminando los excrementos removiendo la capa superficial del terreno para que se oree y solee (desinfección natural) drenando charcos, y si es necesario (los cerdos son altamente erosivos) reponiendo con tierra de calidad higiénica de otra localización. Conviene que haya cercas dobles, una en uso hasta que el lote de animales pase a otra fase, y otra en vacío a la espera del siguiente lote. Los vallados, si son metálicos, pueden desinfectarse eficazmente por calor seco, aplicando directamente la llama de un soplete a gas.
Material y equipos para manejos diversos deben ser objeto también de medidas higiénicas. Por ejemplo, no se deben intercambiar equipos, maquinarias y elementos con otras explotaciones de porcino. El material de castraciones, material técnico de mantenimiento (básculas, carretillas, palas, crotalizadoras, etc.), y sanitario (jeringuillas, agujas, etc.) debe ser higienizado convenientemente después de cada uso.
Disponer de un sistema seguro de eliminación de cadáveres y tener muy controlados los animales enfermos, reduce la presión de infección sobre el resto de compañeros sanos. En este mismo sentido, se recomienda el sacrificio de los animales enfermos sin posibilidad de recuperación. Es aconsejable reducir los tratamientos medicamentosos al mínimo, por los efectos negativos que pueden ocasionar y tener en cuenta que, en ciertos casos, se inducen resistencias en los microorganismos por acortar tratamientos o hacerlos inadecuadamente.
El diseño de las instalaciones debe tener en cuenta la gestión de purines, estiércoles y cadáveres (no admitiéndose el tradicional horno crematorio, ni el enterramiento con cal viva). La recogida de cadáveres y materias contumaces por empresas especializadas suele ser la solución en la mayoría de explotaciones, siendo esencial, que el almacenamiento de los cadáveres se realice en condiciones óptimas y fuera del recinto de la instalación.
En la actualidad, los estudios realizados, sobre el empleo de hidrolización de los cadáveres con bioactivadores como alternativa a la incineración, han demostrado ser un sistema óptimo en las granjas porcinas.
Los purines generados en las explotaciones porcinas deben ser almacenados en fosas o balsas con unas características constructivas que aseguren su estanqueidad y provistas de dispositivos que impidan desbordamientos y el acceso a las mismas de personas y animales. Por su parte, el estiércol sólido deberá ser igualmente almacenado en estercoleros estancos e impermeables; dotados de saneamiento a fosa o balsa de purines a la que se canalizan los lixiviados generados.
De forma genérica, se dispone de 2 tipos de métodos de control de las enfermedades en nuestra explotación: los que precisan asistencia veterinaria (fundamentalmente programas de vacunación, quimio profilaxis y tratamientos), y los referidos al control de las instalaciones y manejo de los animales. Entre estos últimos son especialmente importantes las condiciones higiénicas, incluyendo la calidad ambiental.
PRINCIPALES PROCESOS PATOLÓGICOS EN PORCINO IBÉRICO Y MEDIDAS DE BIOSEGURIDAD ESPECÍFICAS
Reproductores
La mayoría de problemas que afectan a los reproductores en los sistemas de cría extensiva tradicionales, derivan de las menores condiciones higiénicas ligadas a estos sistemas.
En las explotaciones tradicionales, los procesos infectocontagiosos más importantes con implicaciones reproductivas son parvovirosis porcina (PPV), PRRS, brucelosis, endometritis, leptospirosis, clamidiosis y enfermedad de Aujeszky, esta última en regresión por las campañas de erradicación. El origen de estos problemas puede ser la entrada inesperada del agente con verracos de nueva adquisición o por la compra de lotes de cochinas para vida sin adecuada certificación sanitaria, o por inseminación artificial con semen de origen no fiable (PPV, PRRS). Otra posibilidad es que los animales reproductores dispongan de cercados abiertos en los que se infecten por contacto en algún momento con reservorios silvestres como el jabalí, o porque como carroñeros ingieran carne de animales muertos (brucelosis, Aujeszky), incluso que se infecten por agua de pobre calidad microbiológica (leptospirosis, salmonelosis). Estas circunstancias pueden también facilitar los contagios de tuberculosis, si tienen acceso a cadáveres de animales muertos por la enfermedad o a charcas en las que beban animales silvestres infectados. La presencia de este problema en los reproductores afectará en poco tiempo al resto de las fases de producción y obligaría a un vacío sanitario y desinfección rigurosa de toda la explotación.
La mayor parte de los procesos mencionados podrían solventarse mediante el establecimiento de instalaciones cerradas con ambiente controlado e implementación de las condiciones higiénicas, con uso de cercados exteriores impermeables al paso de artiodáctios salvajes además de programas vacunales siempre en función de la situación concreta de cada explotación.
Cría (desde el nacimiento a los 2 meses, hasta 20-22kg)
En instalaciones tradicionales, como son los campings, los problemas en la bioseguridad pueden surgir sobre todo a consecuencia del estado sanitario de los progenitores, de ambientes poco higiénicos y del clima. Mientras que en instalaciones modernas aisladas y con ambiente controlado, los problemas pueden derivar de los progenitores, y de fallos en las medidas de contención.
Los problemas más frecuentes son mortalidad perinatal, retraso en el crecimiento (CPV2) y trastornos digestivos en lactantes (coronavirus, colibacilosis, coccidios, etc.) y gastroenteritis y enfermedad de los edemas por Escherichia coli en la época del destete.
En los primeros la bioseguridad se centra en el adecuado manejo de los reproductores, instalaciones higiénicas para reproducción y parto, vacunaciones estratégicas para transmitir inmunidad con el calostro, ayuda en el parto, encalostramiento y amamantamiento correcto, y homogenización de camadas.
Para los problemas del destete, la mejor prevención en los sistemas de cría tradicional consiste en retrasarlo, de modo que el periodo real sea lo más parecido al destete natural (45 días), y en los sistemas modernos, si nacieron en salas de partos de ambiente controlado, acostumbramiento temprano al alimento sólido, destetar gradualmente y alojar a los animales en instalaciones limpias y desinfectadas, con patios abiertos y adaptación progresiva al exterior.
Recría (desde los 2 a los 8 meses, hasta 60kg)
Al ser animales criados en el exterior, los problemas en la bioseguridad se asocian a las inclemencias climáticas, falta de higiene ambiental, hacinamiento, distribución errónea de cercados permitiendo contactos entre grupos de edad (prohibido el traspaso de animales retrasados de un lote a otro), creación de lotes con animales de distintas procedencias y diverso estado sanitario, errores en la ración, uso de cercas no sometidas a vacíos sanitarios estrictos, posible contacto con especies silvestres portadoras de patógenos y presencia de agentes patógenos telúricos o asociados a agua de pobre calidad microbiológica.
Los procesos patológicos más habituales son los de tipo neumónico, como neumonía enzoótica, pleuroneumonía, enfermedad de Glässer, pasterelosis neumónica y rinitis atrófica, agravados por situaciones frecuentes de aglomeración en torno a comederos y bebederos, alimentación con pienso en harina, terrenos polvorientos, falta de zonas de cobijo frente a la lluvia o viento.
En los problemas neumónicos las mayores pérdidas económicas derivan del aumento de los índices de transformación, agravadas cuando convergen distintos patógenos a la vez y el ambiente es predisponente. Si bien la morbilidad suele ser alta, la mortalidad es muy variable dependiendo del agente causal, condiciones de manejo y características del ambiente.
También tienen su importancia las patologías de tipo digestivo como enterotoxemia (asociada con errores de racionamiento), disentería porcina, ileitis proliferativa, salmonelosis por S. choleraesuis, helmintosis y ascariosis, asociadas entre otros factores, a deficientes medidas higiénicas y presencia de animales portadores.
Nos gustaría también resaltar procesos como la salmonelosis septicémica y la leptospirosis, asociadas a aguas de escasa calidad microbiológica; mal rojo, telúrico y asociado también a portadores silvestres, como jabalíes y aves; estreptococias, piobacilosis, estafilococias y sarnas, asociadas a falta de higiene, y presencia de portadores; pasterelosis septicémicas, asociadas a presencia de portadores y cambios bruscos de clima; tuberculosis, asociada a alimentación con derivados lácteos no esterilizados de industrias queseras caprinas y al contacto con artiodáctilos silvestres (jabalíes y ciervos, principalmente).
La bioseguridad se centra en vacíos sanitarios estrictos de las cercas, vallados impermeables al acceso de jabalíes, agua de calidad, vigilancia estricta de la ración tanto a nivel de composición como de calidad higiénica, adquisiciones de sanidad garantizada y de una sola procedencia, refugios que protejan de las inclemencias del tiempo, vacunaciones según historial y situación del entorno, y tratamientos antiparasitarios con productos y frecuencias dependientes de las cargas parasitarias determinadas en cada época.
Cebo en cebadero (desde los 8 a los 12 meses, hasta 150kg)
Las instalaciones de cebo en ibérico suelen ser naves amplias con corrales abiertos al exterior, el suelo cementado sin rejilla o de tierra; encontramos pues, problemas en la bioseguridad asociados con hacinamiento, corrientes, excesivo calor/frío, acumulaciones de polvo y suciedad, errores en la ración y posible contacto con especies silvestres portadoras de patógenos y con agentes vehiculados por el aire o por diversos vectores biológicos.
Los problemas pueden ser semejantes a los que se producen en recría en cuanto a procesos neumónicos, digestivos, o asociados a falta de higiene, mientras que los derivados del contacto con especies silvestres, con agentes telúricos y aguas encharcadas son más infrecuentes por estar los animales recluidos.
Aunque el principal factor de riesgo es la presencia de animales infectados o portadores, fallos de manejo como el hacinamiento, la distribución directa del alimento en el suelo o el empleo de piensos en harina predisponen al establecimiento de procesos respiratorios. Por un lado, el hacinamiento puede provocar estrés, debilitando la inmunidad de los animales, mientras que por otro favorece la acumulación de suciedad y con ella la presencia de bacterias y otros patógenos. Por su parte la alimentación con pienso en harina y su distribución directa en el suelo favorece la formación de polvo y partículas en suspensión, que podrían causar irritación de las vías respiratorias y vehicular agentes patógenos favoreciendo su difusión. La susceptibilidad de los animales también puede verse favorecida por estrés ambiental en condiciones climáticas adversas, especialmente con frío y humedad o bien temperaturas excesivamente altas.
Los problemas digestivos también suelen ser consecuencia de falta de higiene ambiental, por uso de instalaciones sucias o sin vacío sanitario, escasa higiene a lo largo del ciclo, cambios infrecuentes de cama, presencia de animales portadores, o incluso, errores de racionamiento en especial si formula el propio ganadero.
La bioseguridad se centra en vacío sanitario estricto de las instalaciones después de cada ciclo de cebo, evitar los factores predisponentes, como alimentación en tolvas con pienso granulado de fabricantes fiables, bebederos de tetina, cambio frecuente de cama, naves adecuadamente aisladas en épocas frías y calurosas, crear los lotes con animales de procedencia única de sanidad garantizada, con chequeos sanitarios y cuarentena si se adquieren fuera, desparasitaciones según cargas y tipos de parásitos predominantes en cada época del año, y vacunaciones según historial y situación de la zona.
Montanera (desde los 8 a los 15 meses, hasta 165kg)
Durante el periodo de montanera, los cerdos pastan libremente en dehesas arboladas con quercíneas (encinas, alcornoques, etc.), siendo este régimen natural de alimentación el responsable de la calidad organoléptica de sus productos. Sin embargo, estas circunstancias también llevan aparejados diversos problemas de bioseguridad como el contacto con otras especies de animales domésticos (perros, gatos, etc.), peridomésticos (ratas, ratones, etc.) o silvestres (jabalíes, ciervos, etc.), además de otros vectores biológicos de enfermedad (insectos, garrapatas, etc.). También conlleva la exposición a agentes patológicos de origen telúrico o ligados a agua de pobre calidad microbiológica.
Los procesos más importantes en la cría extensiva en la fase de montanera tienen que ver con la intemperie y problemas relacionados con cambios bruscos de temperatura y agentes vehiculados por el agua desde el suelo o transmitidos por vectores biológicos de vida libre. Entre los procesos trasmisibles destacan los de tipo septicémico y los toxémicos. Como todos ellos producen grados variables de congestión generalizada y hemorragias, se les conoce también como “enfermedades rojas”, como el Mal Rojo (telúrico, pero también transmisible desde el jabalí y las aves), la pasterelosis (cambios bruscos de temperatura), las salmonelosis y leptospirosis (agua de escasa calidad microbiológica) y las pestes porcinas (introducción de portadores, presencia de vectores). Aparte de ellas es importante resaltar la tuberculosis, por contacto con artiodáctilos silvestres infectados, con sus cadáveres o por compartir bebederos o bañas.
La bioseguridad se centra en la atención adecuada a los animales durante la montanera. Que se críen en extensivo no significa que haya que dejarlos a su aire todo el tiempo. Hay que controlarlos de cerca, contarlos por si hay bajas, y comprobar si hay anomalías en el comportamiento, o síntomas de cojeras, recumbencia, síntomas nerviosos o lesiones visibles externamente (como las del Mal Rojo cutáneo).
Las vacunaciones previas a la montanera se decidirán en función de la situación sanitaria específica de la granja y de las disposiciones legales vigentes. Conviene evitar construcciones antiguas que puedan contener chinchorros. Es muy recomendable habilitar techos que protejan del excesivo calor o del excesivo frío y de la lluvia.
Debe vigilarse la calidad y cantidad de agua a la que los animales tienen acceso y debe asegurarse que el contacto con artiodáctilos silvestres sea mínimo o nulo, bien por vallados excluyentes que separen permanentemente áreas de caza de las áreas de montanera, o si se les da doble uso ganadero y cinegético, ahuyentando la caza mayor que quede después de las batidas de otoño, antes de introducir los cerdos.
Fuente: Aeceriber
Autores
- García Sánchez; Producción Animal, CICYTEX-La Orden, Guadajira (Badajoz).
- M. Benítez Medina, R. Martínez Pérez, D. Risco Pérez, W.L. García Jimenez, J.M. Alonso Rodriguez, J. Rey Pérez, J. Hermoso de Mendoza Salcedo. Sanidad Animal, Patología Infecciosa, Facultad de Veterinaria, UEX, Cáceres
Bibliografía
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